Cuando veo una camiseta superbarata, me pregunto cosas…
¿Es barata para que compre más?, ¿cuánto cobra la persona que la hizo?, ¿para qué quiero tantas camisetas?, ¿es necesario que vaya siempre a la última moda?, ¿la necesito realmente?, ¿puede mi estilo propio ser independiente de modas cambiantes?
El siguiente vídeo pertenece a la campaña #Metocalafibra de la Asociación Rurex, que trata este tema y que seguro no te deja indiferente.
Estas y otras preguntas son muy interesantes cuando voy a comprar ropa: ¿No es preferible comprarme una camiseta de calidad y que me dure bastante tiempo a una de peor calidad?, ¿es el precio lo único importante a la hora de comprar?, ¿conozco si la ropa que compro perjudica a alguien o algo en su fabricación?
Muchas veces la respuesta está en «el coste» para mi bolsillo, pero este no es todo el coste de una camiseta.
Para decidirme tengo que preguntarle a la camiseta:
¿De dónde vienes?
En muchos centros comerciales encontramos camisetas hechas en Bangladesh, India o países del entorno. Esto quiere decir que vienen de miles de kilómetros con lo que supone de emisiones de gases de efecto invernadero. Antes de ponerte la camiseta ya ha contaminado un rato. Coste climático.
¿Quién te ha confeccionado?
Las grandes empresas de la industria textil se ubican en países donde los derechos laborales no están plenamente garantizados, con 70 horas de trabajo a la semana por salarios míseros y en condiciones precarias. Así sí que sale barata una camiseta. Coste humano y laboral.
¿De qué forma has sido fabricada?
En muchas ocasiones los ríos y acuíferos cercanos a las fábricas están contaminados por el vertido de los tintes utilizados. Matan la flora y la fauna y envenenan el agua, por lo que esta se ha inservible para el uso humano. Coste ambiental y alimentario.
Quizás para la próxima vez miraré dónde compro la camiseta, dónde se ha confeccionado y en qué condiciones. Nuestra forma de consumir nos hace más responsables.
Si quieres profundizar más sobre los costes de la fabricación de ropa te dejamos dos campañas que lo trabajan: la primera, #Slowfashion, también de la asociación Rurex; la segunda, #ropalimpia, de SETEM:
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