En el contexto actual de crisis socio-ambiental donde todo está interrelacionado, quizás tengamos que actualizar el enfoque educativo hacia un compromiso mayor «por difundir un nuevo modelo de ser humano, de vida, de sociedad, mejorando las relaciones con las personas y el medioambiente» (LS 215).
Con esta idea el Papa Francisco ha lanzado el Pacto Educativo Global: una propuesta para construir un futuro de esperanza y paz, porque las cosas pueden cambiar, y en la educación encontrarnos el camino para hacerlo.
Una educación más fraterna, que cuida de la casa común, que puede resumirse en estos 7 puntos:
1- Poner en el centro de la educación la dignidad de las personas, todas distintas y singulares, pero con capacidad de relacionarse con las demás y con el medio, rechazando estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del derroche.
2- Escuchar la voz de los niños, las niñas y los/las jóvenes para construir conjuntamente un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
3- Fomentar la plena participación de las niñas en la educación.
4- Ver en la familia el primer e indispensable núcleo educador.
5- Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a las personas en situaciones más vulnerables y excluidas.
6- Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén al servicio de toda la familia humana vistas desde la perspectiva de una ecología integral.
7- Cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural.
«El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar.» (LS 13).
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