En un contexto de desplazamiento y falta de oportunidades, la historia de esta joven iraquí del colegio Angels of Peace de los Salesianos en el Líbano nos recuerda que la educación sigue siendo un motor de resiliencia y esperanza para quienes han tenido que abandonar su hogar.
Desde el colegio de los Salesianos Angels of Peace en Beirut, en el Líbano, nos hacen llegar la historia de Florina:
“Este año, el noveno grado en la escuela “Angels of Peace” tiene solo una alumna: Florina Maher Khairi.
Florina es una chica de catorce años originaria de Mosul, Irak, nacida en el seno de una familia cristiana caldea. Hace algunos años, huyó de su hogar en medio de la guerra y los conflictos constantes. Su familia se instaló temporalmente en Líbano mientras espera los permisos para emigrar a Canadá o Australia.
Adaptarse a su nueva vida no fue fácil al principio. Como muchas personas de su comunidad, Florina solo hablaba asirio, una lengua neoaramaica propia de los antiguos grupos cristianos caldeos de la región de Mosul.
El año pasado, completó el noveno grado, el último curso que ofrece la escuela Ángeles de la Paz. Sin embargo, al igual que otros refugiados en Líbano —desde las familias palestinas que llegaron en 1949 hasta los sirios que buscaron refugio más recientemente—, Florina enfrenta grandes obstáculos.
A los refugiados se les niega el acceso a la educación pública y a oportunidades de trabajo digno. Se encuentran atrapados en un doloroso limbo: sin poder regresar a su país por el riesgo de ser encarcelados, y sin poder asentarse permanentemente bajo los cielos llenos de cedros del Líbano.
Sus únicas opciones son esperar el reconocimiento oficial de su estatus de refugiados por parte de las Naciones Unidas o arriesgarlo todo emprendiendo peligrosos viajes por tierra o mar, enfrentándose al rechazo, la deportación o incluso peores consecuencias.
Florina eligió repetir noveno grado en lugar de quedarse inactiva en casa. Con sus antiguos compañeros habiendo emigrado con sus familias, ahora estudia sola en su aula.
Aun así, Florina sigue motivada, alegre y decidida, enfrentándose incluso a la química con entusiasmo. Cree firmemente que, más allá de las fórmulas químicas, la espera un futuro más brillante.”
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