La pandemia del odio

Publicado el miércoles, 03 Jun 2020

Bosco Global ha realizado desde enero a junio de 2020 un análisis de los mensajes en redes sociales y medios de comunicación que promueven la polarización y el odio.

Creemos que es necesario tener una mirada objetiva sobre el seguimiento en las redes sociales y medios de comunicación de la situación de pandemia global de la Covid19. Muchos mensajes, demasiados, han creado bulos, desinformación y falsedad, … y esto nos preocupa. Si bien los discursos de odio ya existían, la situación vivida en estos meses de crisis sanitaria, social y económica han multiplicado su presencia y profundizado en su virulencia.

Desde Bosco Global hemos realizado un análisis de los mensajes en redes sociales y medios de comunicación que promueven la polarización y el odio durante dieciocho semanas que nos presentan una foto del aire que respiramos. Con este análisis queremos visibilizar a las víctimas, a los colectivos que sufren la irracionalidad, la falta de respeto y la insensatez. Personas, que una a una merecen dignidad y respeto.

Una sociedad democrática no puede tolerar esta serie de abusos y tenemos que articular espacios de encuentro y de diálogo que nos ayuden a resolver los conflictos. Provocar una cultura de paz y no de odio y polarización interesada, de respeto y no de continua confrontación, de convivencia y no de guetos, de cordialidad, de solidaridad

El miedo, la desinformación y los prejuicios se han convertido en los ingredientes perfectos para que muchas personas hayan sido objeto de agresiones verbales, agresiones físicas, daños en sus propiedades e incluso la negación de derecho de auxilio, de forma que, por distintas razones han visto vulnerado su derecho a ser protegidas contra cualquier tipo de discriminación.

Desde el principio de la crisis la población de origen asiático ha sido objeto de bulos, agresiones y discriminación, observándose en las cinco primeras semanas de análisis como el único colectivo diana. Desde principios de marzo se multiplican el número de hechos discriminatorios por semana y se suman otros colectivos diana como personas ancianas, población gitana, personas con discapacidad, colectivo LGTBI y personas musulmanas.

Mención aparte merecen las personas que se han encargado de nuestros cuidados durante la crisis sanitaria -personas que han trabajado en servicios de emergencia, centros de salud y supermercados-: se han convertido en objeto de insultos, agresiones físicas y daños en sus propiedades. Como sociedad ¿qué aire respiramos que nos ha llevado a atacar a las personas que se han dejado la piel, y hasta la vida por nosotras?

Los partidos políticos, de todo color y responsabilidad, también han sido objeto de mentiras y de insultos. Ni siquiera la ciudadanía en general se ha librado de las críticas, falsedades y agresiones: personas que viven en pueblos contra personas que viven en ciudades; personas del interior contra personas de la costa; creyentes de unas religiones contra otras;… en esta situación cualquiera puede ser víctima de este virus que se propaga infectando todos los órganos de nuestra sociedad.

Nada ayuda, para contrarrestar este ambiente, el lenguaje belicista usado por personas con responsabilidades políticas y sanitarias; así como las personificaciones de la COVID19 y la deshumanización de colectivos diana que promueven un ambiente de tensión en el que la única solución es que unos –poderosos- se impongan a otros –débiles-.

Este aire de odio que respiramos no se previene ni se para con mascarillas desechables. Es necesario hacer un serio trabajo de reflexión sobre qué uso hacemos de las redes sociales, en qué medida somos medio de propagación de bulos y falsedades o somos capaces de actuar parando la propagación del “virus del odio”, fomentando un discurso de la cordialidad. Es necesario levantar la mirada y comprender que la resolución pacífica de los conflictos es la única salida honorable para una sociedad que se dice desarrollada.

Por último, nos gustaría que los datos también nos hagan reflexionar sobre tres perfiles concretos: las personas que generan falsedades y desinformación intencionada, las que lo difunden y las personas que no hacen nada para pararlo. Creemos que la educación tiene un papel fundamental para la valoración de la verdad, para mejorar el sentido crítico y para poder transmitir libremente nuestras ideas con respeto.

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